¿Por qué te miro así tan abatida,
pobre flor?
¿En dónde están las galas de tu vida
y el color?
Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
dulce bien?
«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
de un amor,
que me fue consumiendo poco a poco
de dolor!
Porque amando con toda la ternura
de la fe,
a mí no quiso amarme la criatura
que yo amé.
Y por eso sin galas me marchito
triste aquí,
siempre llorando en mi dolor maldito,
¡Siempre así!»
¡Habló la flor!...
Yo gemí... era igual a la memoria
de mi amor.