La señora Pérez siempre se jactaba de conocer a todas las personas del pequeño pueblo donde vive, pero una vez, cuando entró un soldado a la tienda de abarrotes donde trabajaba, no supo quién era. Después de mirarlo de arriba a abajo se animó a preguntarle:
—¿Vives aquí? —
—Sí —dijo él—. ¿Por qué?
—Es que no te había visto antes.
—Debe ser por el camuflaje- contestó, señalando su uniforme…
No cabe duda, caras vemos, uniformes desconocemos.